Hajjah Anna Adil (esposa Mawlana Sheikh Nazim)
Las Piedras de David
Hajjah Anna Adil, sohbet publicado el 27 de Ramadán del 1433. David (as) tenía doce hermanos. Ellos vivieron en el tiempo de un terrible tirano llamado Goliat. Goliat era tan poderoso que ni cien hombres podían derrotarlo. Era un incrédulo. Goliat formó un gran ejército con el único fin de destruir a los Hijos de Israel, a los creyentes. Los doce hermanos de David (as) se unieron al ejército israelí para defender a su país. David (as), por ser el más joven, permaneció en el hogar de sus padres cuidando las ovejas. Él ordeñaba las ovejas y recorría millas para llevar leche a sus hermanos. Un día, cuando llevaba la leche, David (as) escuchó voces en el camino. Las piedras le hablaron. Estas piedras fueron lo que quedó de la roca que golpeó Moisés (as). Le dijeron: “Llévanos contigo”, entonces él las guardó en su bolsillo. Ya cerca del campamento militar, David (as) escuchó que su profeta instruía al ejército a atravesar el río para enfrentar el batallón de Goliat y ordenó que ninguno tomara agua del río. “El que no beba es de los nuestros”. Pero hacía mucho calor y los soldados estaban sedientos. Al cruzar el río, bebieron hasta saciarse. Muy pocos soldados se abstuvieron de beber y pidieron la ayuda del Señor para vencer a Goliat. Cuando llegaron al campo de batalla vieron al ejército de Goliat, inmenso como el océano. Los musulmanes eran muy pocos. David (as) los siguió y escuchó al Rey decir: “El que mate a Goliat se casará con mi hija y heredará mi reino”. Goliat se paró entre los dos ejércitos, desafiándolos a un combate personal. David (as) respondió, a diferencia de los demás, que sintieron mucho temor. Pero como David (as) era un niño, Goliat lo burló diciéndole: “Aléjate pequeñín”. Entonces David (as) se desmontó del caballo y sacó del bolsillo su honda. Una piedra le sacó el ojo izquierdo a Goliat y la otra, el ojo derecho. Así murió Goliat. El ejército se atemorizó del niño guerrero y huyó. El Rey sintió celos de David (as) y ya no se proponía entregarle ni su hija, ni su reino. David (as) sabía que el Rey lo odiaba. Entonces dejó de dormir en su cama y acomodó sobre ella grandes botellas de piel llenas de vino que cubrió con sábanas. El Rey fue a matarlo, pero lo que apuñaló una y otra vez fue a las botellas de vino, gritando: “David, eres muy malvado y hueles muy mal”. El olor provenía del vino derramado. Por celos, el Rey intentó asesinarlo, pero David (as) sabía que él no lo lograría. Sayyidina David (as) tenía una voz muy hermosa, especialmente cuando recitaba la Torá. A ningún otro Allah le concedió una voz tan bella. Sayyidina David (as) abandonó la ciudad y sus cien mil habitantes lo siguieron. Fueron al desierto para escuchar las alabanzas de David (as) a Allah Todopoderoso. Las aves se reunieron para oírlo. Eran tantas dieron sombra a la gente. La montaña también lo siguió para escucharlo. De los cien mil que fueron, sólo cuarenta mil regresaron. Los otros sesenta mil murieron debido al esplendor del canto de David (as). David (as) se ganaba la vida haciendo cotas de malla con sus propias manos. El metal se ablandaba en sus manos. Un día, mientras él confeccionaba una armadura, Sayyidina Khidr (as) le visitó. Cortésmente, él espero a que David (as) terminara. David (as) dijo: “Alhamdulillah, hicimos un vestido de hierro”. Y Khidr (as) respondió: “Alhamdulillah, yo no interfiero en los asuntos ajenos”. Esa respuesta fue motivada por el hecho de que, aunque Sayyidina David (as) tenía noventa y nueve esposas, él quería robarse la única esposa que tenía su general. Finalmente, David (as) fue perdonado por esto, y ella fue la madre de Sayyidina Suleyman (as).
Transcripción: http://saltanat.org/postpage.php?id=75&lng=en